28 de agosto de 2008

Una de limitaciones

Hace un par de días tuve que pasar la noche en urgencias con mi padre. Por suerte solo fue un susto, pero a mí me ocurrió algo que no porque no esté acostumbrada dejó de sentarme fatal.

Mucha gente no lo sabe, pero un problema genético ha hecho que al cavo de los años haya ido perdiendo visión y aunque me defiendo muy bien por la vida la verdad es que este problemilla me produce ciertas limitaciones.

Esta situación hace que muchas veces tenga que preguntar lo que para la mayoría es obvio. El nº del autobús que llega a la parada, el precio de las chuletas en la carnicería… y cosas del día a día que aunque para la mayoría son fáciles de ver a mí me es imposible.

Habitualmente la gente me contesta bastante bien, aunque sorprendidos dado que aparentemente soy una persona “normal” y se sorprenden de que haga preguntas tan… digamos “tontas”. A simple vista mi discapacidad no se nota, mis ojos incluso hay quien dice que son bonitos y camino por la vida como cualquier bicho viviente.

Pero siempre está la persona que piensa que eres idiota o analfabeta al preguntar que nº pone en tal o cual lugar. O quienes te dicen de malas maneras, bonita, si no ves ponte gafas… Que más quisiera yo.

Hechos de estos me han pasado tantos que podría escribir una enciclopedia. Pero el otro día, que es a lo que voy, me sentí realmente herida en lo más profundo de mí. A ciertas cosas no se acostumbra una ni aún queriendo.

Cómo decía, tuve que pasar una noche con mi padre en urgencias. Estaba sola e histérica perdida como es de suponer ante una situación así. Tras hacerle pruebas me llamaron para que pasara con él a observación, cuando llegué a la zona, pregunte a alguien que estaba por allí y me dijo que estaba en el box nº 8, cada habitáculo de esos tiene un numerito encima de la puerta que por supuesto yo no veía Pregunté que donde estaba dicho nº…. El caso es que la señorita me contestó, con bastante sorna por cierto, pues mira, hay tienes el 6, luego el 7 y al lado el 8… le contesté gracias, se contar pero es que veo poco y con cara de mala ostia me miró se dio media vuelta y se largo…

Me quedé perpleja, porque si alguien pregunta es por algo. Tal vez sea ignorante, por supuesto que lo soy. Y estoy segura de que a medida de que vayan pasando los años seré mas ignorante aún, porque me doy cuenta de que cada vez se menos…

Pero parece que la estupidez de cierta gente va a pasos más agigantados aun que mi pérdida visual. Porque francamente que cuesta responder amablemente a una pregunta, por muy tonta que pueda parecer y más aún teniendo en cuenta que llevas horas en un hospital, sola, y sin saber que hace.

Yo reconozco mis limitaciones, mi discapacidad sensorial. Pero que pena de quienes las limitaciones les llevan al extremo de la estupidez mental.