31 de marzo de 2008

El reloj biológico y los viajes en el tiempo

Hoy hemos adelantado una hora al reloj. A las 2:00 horas dado un salto en el tiempo poniéndonos de sopetón en las 3:00 horas. A mí la verdad es que me afecta bastante, mi reloj biológico se queda despistado y no acaba de centrarse del todo, pero bueno, llamemos a esta situación daños colaterales que no podemos impedir .

El caso es que al levantarme con una hora menos de sueño y bastante despistada por la luz del día que no corresponde con la habitual a la que estoy acostumbrada, café en la mano y radio en la oreja, me he quedado “sorprendida” escuchando una noticia.

Monseñor Rouco Varela, flamante nuevo presidente de la Confe3rencia Episcopal, pide que sea abolida la Ley del aborto, critica la eutanasia y pide que se deje de investigar con células madre. Si, ya sé que no es nada nuevo, más de lo mismo y por eso puse mi sorpresa entre comillas y es que aun siendo un discurso reiterativo, aburrido y caduco el de la Iglesia Católica, esta mañana, mientras desayunaba preguntándome donde estaba mi hora de sueño robada, a donde iba ese tiempo no vivido y demás filosofadas, esta vez mañaneras, me di cuenta que yo, pobre mortal, insignificante grano de arena en la playa del universo solo he perdido una hora esta noche.

Que lástima me dio estos otros que, anclados en un pasado que ya no debe volver, se emperran en viajar en el tiempo y dar marcha atrás. Volver a tiempos en los que ellos eran la cabeza visible del estado. Donde las personas de a pie no contaban para nada y vivían subyugados a unas ideas que solo encerraban miedo. Un miedo que comenzaba por el temor a un Dios supuestamente justo pero al que había que tener miedo, miedo a la vida porque había que vivirla con resignación y sufrimiento.

Yo tengo un agujero vacío de una hora, a ellos parece que ese agujero se les está haciendo muy grande. Llevamos 30 años en los que la Constitución nos declara como un país laico. Pero se emperran en seguir creyendo que aún somos un país católico.

Que lástima del tiempo que han perdido, sentados en sus despachos magníficos defendiendo el derecho a la vida….

No quiero hacer demagogia pero una se cansa y piensa en la gente que muere de hambre, de sed, por enfermedades y ellos siguen sentados en sus sillones de cuero bien lustrado. Y no digo que la iglesia católica no haga nada, muchos hombres y mujeres luchan en el mundo a pie de calle para que los más desfavorecidos tengan una mejor vida, pero yo no me refiero a estos, porque esta gente no suelta discursitos baratos desde púlpitos.

Me pregunto yo, en mi más modesta opinión, porque no regresan al presente y miran lo que pasa en la calle. Tal vez así vean que la gente que pasa por las calles somos gente libre. Que cada individuo tiene la libertad de escoger su futuro.

El aborto es un mal trago por el que a ninguna mujer le gustaría pasar, no es algo que se haga a la ligera como se hacen unas mechas en la peluquería, no mis queridos señores obispos. Pero la mujer es libre de elegir si debe o no debe hacerlo. Porque el echo de que la Ley exista no significa que las mujeres, en masa vayamos a abortar, no señores míos.

¿Y la eutanasia? Quien es nadie para decidir que hacer uno mismo con su propia vida, lo único que realmente es nuestro. ¿Dios pide sufrimiento? En este país laico no tenemos dioses señores míos. Cada uno en conciencia sabe si quiere entregar su vida al sufrimiento o morir de una manera digna porque no puede soportar más el dolor.

Y lo de las células madre vaya… Tenemos la suerte de que la Inquisición y sus leyes se abolieron en nuestro país, por tarde que parezca en el siglo XIX, porque me veo que sino estos defensores de la Vida quemarían todos los domingos, como ofrenda a su Dios, a unos cuantos científicos, acusados de herejes, con un San Benito colgado de sus cuellos.

Así pues, tras mi café con leche y dos magdalenas, he decidido que la hora que me han quitado no es nada con el tiempo perdido por otros. Yo lo mismo la recupero en Octubre, otros no pueden recuperar su tiempo porque viven en otro.